El fenómeno que más se destaca en las últimas décadas, no solo en el mundo sino en Colombia, es el surgimiento y la preocupación por la categoría víctima, haciendo una mirada y reflexionando sobre los hechos acontecidos en el pasado y enraizados en la memoria, logrando contrastarse de manera directa con la historia y a su vez con un mundo contemporáneo y político, que desde sus instituciones reflexionaran como sociedad su papel en el mundo. Desde este punto de vista, el reconocimiento de la categoría Víctima tomará un papel importante después del siglo XX, con hechos como la I y II guerra mundial donde el surgimiento de totalitarismo generará conflictos territoriales dejando miles de individuos mutilados, sin familia y llenos traumas; este punto es precisamente lo que reevaluará categorías como: sujeto, individuo y memoria.

 

El reconocimiento y replanteamiento del concepto de víctima, por lo menos jurídica y políticamente como la vemos hoy en día, solamente se dará en los últimos 20 años, pero sus orígenes, consecuencias y planteamientos están propiamente enraizados en la I y II guerras Mundiales, en donde en las trincheras y los campos de concentración (Auschwitz), se cometieron todo tipo de actos, que no tendrán ningún tipo de justificación y se saldrán de todo razonamiento humano, dejando el cogito de Descartes, hasta ahora planteado y admitido “Pienso, luego existo”, fuera de todo contexto, pues si somos seres pensantes, ¿cómo poder explicar las acciones acontecidas durante la guerra? La sevicia con la que se mató, las miles de torturas que se aplicaron, las víctimas que dejó la barbarie y la ruptura de todo un tejido individual y colectivo en donde los sujetos fueron adoctrinados y cosificados, provocó un retroceso en el pensamiento del hombre racional e intelectual. De esta manera surge la necesidad de pensar de nuevo en las categorías, la política y ética a partir de la barbarie (Reyes, p.180), para tal vez de esta manera no repetir la misma historia.

 

        Estos planteamientos darán lugar a una amplia investigación en donde filósofos como Hannah Arent y Paul Ricoeur, quienes propiamente vivieron los horrores de la historia y las consecuencias de la guerra, trataran a través de la filosofía repensar dichas categorías (memoria, política, historia, olvido, indiferencia, mal etc.) y más tarde Manuel reyes mate, con las cuestiones sobre Víctimas y victimarios, logrando evidenciar las preocupaciones de un hombre contemporáneo que dejó de lado la metafísica, para preocuparse en las angustias del “Ser” (Existencialismo)

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De esta manera, las I y II Guerras mundiales, no solamente permitirán un replanteamiento del pensamiento moderno y las ya mencionadas categorías , sino que con el tiempo, abrieron otros caminos para poder pensarlas en contextos similares tales como los de Colombia, donde el conflicto, la violencia y la barbarie han sido una constante, que hace necesario repensar de nuevo estos conceptos en medio de una violencia, en donde las víctimas de la sociedad colombiana han quedado en el olvido, en los libros de historia, en los monumentos que ya nadie recuerda (pero que todo el mundo raya e ignora), en las casas viejas que se caen y con el tiempo ya nadie reconoce. Es como si parte de nuestra memoria, que influye en la historia, simplemente quedará transformada en objeto que ha permanecido en el tiempo para recordarnos un pasado que nunca ha sido pasado y un olvido que siempre ha sido olvido; de ahí entonces el interés, no solo por mi historia, sino por la propia existencia del colombiano, que, a través de sus víctimas, vive en un olvido constante en su propio recuerdo.

 

Ahora bien, desde este panorama es que se visualizan aquellas víctimas como las de las masacres del Catatumbo, Antioquia, Mapiripán, el salado entre otras, que a pesar de los esfuerzos jurídicos no han sido necesariamente reconocidas y aun cuando se tiene una memoria colectiva , pareciera como si estas se reclaman en el tiempo con cuadros, fotos y canciones y por medio de ellas pudieran romper el silencio y no ser olvidados, de aquí que surjan preguntas como: ¿Qué hace que como sociedad Colombiana invisibilicemos a las Víctimas?

 

Dicha pregunta sigue retumbando hoy en día, sobre todo después de leer el informe sacado por la comisión de la verdad (2022), en donde se evidencia una Colombia que está tratando de recuperar su propia historia a través de la memoria pues “no tenemos nada mejor que la memoria, para significar que algo tuvo lugar, sucedió, ocurrió antes de que declaremos que nos acordamos de ello. ” (Ricoeur, pág. 41). De esta manera, nuestro país en la última mitad de siglo XX ha determinado directamente su posición frente al tema de violencia que ha sido heredada de épocas pasadas, que se mezcla con la cultura hasta llegar a la sociedad del siglo XXI logrando así un círculo vicioso en la que muchas veces, a pesar de los esfuerzos, no logramos reconocer a las víctimas. 

 

Es así, como se hace necesario el reconocimiento de la memoria en Colombia, ya no sólo como categoría, sino también como producción de discurso a través de la palabra y sus relatos , que se hace evidente en el momento en que la víctima y el victimario han creado exigencias de reconocerse en ella, aunque de manera distinta, pues para la víctima el relato sólo se sostendrá desde el deseo de saber que sucedió y por medio del testimonio para analizar la liberación de su propio yo en tanto que para el victimario será importante el reconocimiento de la sociedad en el que se le brinde la oportunidad de contar su historia y de creer en él , para que en un futuro no se vuelva a repetir.

 

Por lo tanto, se hace cada vez más importante seguir el trabajo de la comisión de la verdad en donde se sigan reconociendo los relatos de nuestras víctimas-victimarios a través de la categoría de la Memoria, permitiéndoles crear una identidad narrativa y social, pues los testimonios promueven por medio de la memoria individual y colectiva reparar el tejido que ha sido roto, pensarse en el mundo e identificarse con él como sujetos de sociedad. Estos testimonios se convierten en narraciones, construyendo cultura, historia y política por medio de la Memoria, en la que futuras generaciones puedan pensar y repensar el mundo que les tocó vivir.

 

Bibliografía

  1. P. (1999) La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. París:Arrecife producciones
  2. https://www.comisiondelaverdad.co/hay-futuro-si-hay-verdad

Por. Diana Mendoza.

Lic. Filosofía

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