IMPLICACIÓN DE LA FAMILIA EN EL PROCESO EDUCATIVO POSPANDEMIA

 

“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de tiempo cada día”

Leon Battista Alberti

Estamos superando la pandemia que nos llevó a aislarnos de nuestros seres queridos y conectarnos a las pantallas para así poder continuar con nuestra vida laboral y educativa, en su mayoría ya hemos regresado a la normalidad retomando las rutinas y dinámicas que solíamos tener, sin embargo, algo cambió durante el tiempo de confinamiento y ha llevado a que los expertos en comportamiento y relaciones humanas investiguen cómo esto ha afectado a la sociedad.

 

Uno de los ámbitos que más se ha visto aquejado es la familia, la forma en que los miembros de esta se relacionan, se comunican y solucionan problemas, por otro lado, tenemos la educación, la cual está íntimamente relacionada con el punto anterior, pues el hogar se convirtió en el aula de clases y los padres se convirtieron en docentes, trastocando y difuminando los límites entre los roles de parentalidad y formación académica.

Si bien la pandemia ha llevado a que las competencias académicas se vean afectadas en los estudiantes desde la primera infancia hasta la educación media y superior, el desarrollo de habilidades sociales y emocionales también se ha quedado estancado, lo preocupante de este marasmo socio-emocional es que ha permeado en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes, convirtiéndose en un bucle infinito que se retroalimenta negativamente, robusteciendo las problemáticas que se presentan en el área académica y familiar.

Las consecuencias evidentes del distanciamiento social se han podido observar en el aula de clase con altos niveles de ansiedad, estados de depresión, labilidad emocional, desmejora en los hábitos alimenticios, dificultades de atención, concentración, memoria, motivación, hábitos de estudio poco estructurados y dilación en el desarrollo de habilidades sociales; si bien el quehacer pedagógico de los docentes aporta significativamente en la recuperación y fortalecimiento de estos, el papel de las familias es fundamental.

 

La clave para las familias es involucrarse en la vida en sus hijos, involucrarse es participar activamente en el área educativa, estar en contacto con los profesores y en general con el colegio, conocer a sus amigos y compañeros, ser empático y entender que son niños o adolescentes y que ven el mundo de una manera distinta a la de un adulto, implica que escuchar con atención lo que dicen, sin juzgar o criticar sus puntos de vista, supone comprender lo que gritan con sus comportamientos y sus estados de ánimo y omitir los comentarios invalidantes como “no tienes razones para estar triste pues no te hace falta nada” y en su lugar resaltar sus fortalezas y habilidades. Recuérdale a tu hijo lo importante y valioso que es, enséñale a reconocer sus cualidades, enséñale a amarse a sí mismo, a ser autónomo, acompáñalo a levarse cuando se derrumbe y muéstrale que siempre estarás a su lado apoyándolo, para que sea una persona resiliente, emocionalmente estable y feliz.

 

ADRIANA P. LARA V.

PSICÓLOGA

 

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